viernes, 2 de diciembre de 2011

2009 (encontrado en una libreta)

Esto es lo que había en Granada más que rabia a los sevillanos y más que una nada donde nadar nuevo. Porque se viaja huyendo siempre, pienso. Y se viene conociendo, vamos. A todos menos a uno que a eso vamos, a olvidarnos del camino largo y a saber que no sabemos. Y ya hemos llamado empezar antes de llegar. Pero acabar...eso sí se pone imposible aunque atenúa que no te vean. Y luego según quién como te ve, te transforma. Y a mi me molesta que me vean mal porque me presento mal que ni siquiera la revés, sólo mal. Otro diría y yende ser otro, diría, cuando te gustaba ser tú. Busca sin volver atrás ¿cómo? ¡Pero si está prohibido! y no tengo a mano mi yo del futuro ni el del presente ¿pero este quién es? El que promete, el que inventa. Si yo estaba ahí, a media tarde, ante el Neixement siendo un poco el mundo, un mundo yo y despreocupado de los otros, para poder estar cerca se tiene que ser periférico y cinético. Palabras te puedo dar donde ya no importa el sentimiento ni lo sincero, se compra el pan. Para mañana, el hambre y la hembra y el hombre, penumbra que nombra la tundra. Y coger el autobús, que sepas que estás subiendo, y qué más da, y cómo se hace y para qué hacerlo si no sé hacerlo y para qué no preocuparse.


Y que relean los atletas que yo huelo a chocolate y no entiendo mi arcoíris ni me subleva tu Peter Pan. Principios de príncipes que bucan el sol como el que reniega de la mitad de su destino, condenado a no compartir con nadie. A acompañar doliendo y dónde, dónde, dónde. Cuando eso es ahora ya. O luego, y ya no funcionan las viejas fotos, ya no hay anda. Sólo lo que aparece y desaparece en un continuo ataque de realidad y la repugnante sabiduría. Y la mente llena y el espíritu vacío. De darse chascos a uno porque un es chasqueable. Y después despierta huyendo de la resaca y buscando la sed de la sed. Y ser. O parecer. Por todo ya sé que no distingo y si no distingo cómo sé que es así. Más sencillo sería abrazar el domingo armónico y progresivo que es la hora de comer. Ciencias políticas que estudiabas son ahora tres carreras inventadas que simulas en el ascensor. Porque a la tarde todo volverá a ser lánguido y la intermitencia se volverá sal. Y todo sabrá a sal. Pero no es así.


Que me espacio en el espacio y escribo para nadie y ahí es nada que sin saber si es la buena no sé si es la buena o está llegando. Todo es imposible y nadase puede tocar como en un viaje al pasado donde ver cómo pasó, consistente. Y no ahora que todo puede ser contado y cambiado. En mi pantalla me quedaba yo mirando la película del día que ya no proyectan, los multicines también acabaron con mi imaginación y mis hoyos con mi serenidad. Y lo más normal del mundo, el desamor, la inconveniencia y otra vez, saber...




no voy ni por la mitad pero no transcribo más pero no sé por qué.